Ojo con el Model 3 de Tesla: tiene los ingredientes de una auténtica revolución. Buen diseño, atractivo, no es raro como otros coches eléctricos, una autonomía muy respetable y un precio rompedor de 35.000 dólares que se puede quedar en unos 25.000-27.000 con las ayudas públicas disponibles para comprar vehículos no contaminantes.
El ritmo de reservas que ha recibido Tesla en los primeros días de apertura del plazo, cuando falta más de un año para que se empiece a vender el nuevo coche, junto con el estilo fresco que está imprimiendo el fundador de la compañía, el emprendedor Elon Musk, me recuerdan a Steve Jobs con los inicios de Apple. La imagen de las colas de cientos de personas a las puertas del concesionario de Tesla en San José (California) tiene muchas similitudes con el fenómeno de los clientes/fans del iPhone que se agolpan frente a las tiendas de Apple cuando la marca lanza sus nuevos productos. Musk, al igual que Jobs, tiene esa timidez que le aumenta su atractivo para una legión en aumento de seguidores de un emprendedor e innovador de culto.Longest line EVER #Model3https://t.co/EafMhK3BDC— Tesla Motors (@TeslaMotors) 31 de marzo de 2016
Tesla ha pasado en unos años de ser la marca rara que acudía a los salones del automóvil con un estilo propio de una firma tecnológica, a convertirse en un referente/amenaza para el desarrollo del mercado de los coches eléctricos después de años de lento despertar pese a los esfuerzos de marcas como Nissan y Renault. Para Tesla, el Model 3 no solo es una cuestión de convicción de Elon Musk en una movilidad más sostenible, sino también una necesidad para que los accionistas e inversores vean en la marca algo más que un futuro prometedor después de quedarse por detrás de sus expectativas en los últimos años. Por eso, el Model 3 es una oportunidad para Tesla, que quiere pasar de una marcha nicho a ser una marca de masas, y para el despegue definitivo de la electromovilidad.
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