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2/7/14

La industria de automoción, en deuda con el sindicalismo que simbolizaba Lito

El ministro de Industria, José Manuel Soria, tiene algo en común con el anterior titular de la cartera, Miguel Sebastián. En sus discursos e intervenciones públicas, siempre reconocen los sacrificios y la responsabilidad de los trabajadores de las fábricas del automóvil y de los sindicatos que los representan en las cruciales negociaciones que ahora están dando frutos en forma en miles de empleos y de millones de euros de inversiones. El momento dulce que vive la industria de automoción se debe, entre otros factores, al trabajo tenaz de los sindicatos y de sindicalistas como el recientemente fallecido Manuel Fernández Lito



El veterano dirigente de la federación del Metal de UGT primero y de Industria con posterioridad a la fusión de otras ramas productivas, como secretario general desde 1988 y como presidente desde el año pasado, murió de forma súbita a los 67 años cuando comenzaba a rebajar su intensa dedicación al sindicato tras librar múltiples batallas con el fin de salvar, varias veces incluso, las fábricas de automóviles ubicadas en España. Lito murió con la satisfacción de haber aupado la industria española a los primeros puestos de Europa y del mundo gracias a múltiples movilizaciones y pactos en las grandes empresas del sector que han permitido superar numerosas situaciones de match ball por las presiones, amenazas y chantajes que acostumbran a aplicar las multinacionales del automóvil.

Hace poco más de un año, Lito hacía una afirmación, al anunciar que dejaba la secretaría general de MCA-UGT, que por desgracia se ha cumplido: "Los sindicalistas no se retiran porque sólo dejan de serlo cuando se mueren".

El teléfono de Lito aparece en la agenda de los principales políticos y directivos del sector de España desde los años 80. Al igual que el de Ignacio Fernández Toxo, su homólogo del metal de CCOO desde 1987 hasta 2004, cuando se hizo cargo de la cartera de Acción Sindical de la ejecutiva confederal del sindicato. Durante los años en que Lito y Toxo encabezaron el sindicalismo de clase en la industria, las heridas que tuvieron que restañar fueron numerosas: siderurgia, astilleros, minería y automóvil. 



Le tocó lidiar con apuestas a 
cara o cruz en la fábrica de Seat -en la que nació su liderazgo en la batalla entre corrientes ugetistas- cuando tuvo que afrontar su gran reconversión en 1993 e innumerables negociaciones en las que estaba en juego la permanencia de fábricas emblemáticas. Al inicio de la crisis, Lito advertía de que la crisis del automóvil no era sólo de ventas, sino de modelo que carecer de poder de decisión frente a los países en los que tienen sus sedes las multinacionales, y animaba a poner las bases para la reindustrialización. En 2010, en vísperas de la primera huelga general de la crisis, hacía un vaticinio: «Si fracasamos, nos van a laminar porque estamos solos».

El camino del dirigente sindical asturiano fue complicado internamente y también en el exterior. Las críticas de que a cada batalla se aceptaban cesiones que iban recortando derechos fueron recurrentes. Pero vistos con las perspectiva que da el paso del tiempo, los convenios colectivos de las fábricas de vehículos se han convertido en muchos aspectos en referentes positivos en un contexto de deterioro de las condiciones de trabajo.    

Homenaje en Madrid

Además de Toxo, Lito contó con la ayuda y complicidad de algunos líderes sindicales señalados relacionados al comienzo de su carrera con la industria metalúrgica, entre los que destacan Josep Maria Álvarez, el líder de la UGT catalana, y Simón Rosado, responsable histórico del metal de CCOO que falleció cuando era el número dos del sindicato en Catalunya. Con Álvarez, Lito plantó cara al estilo de liderazgo de Cándido Méndez. Perdió y se retiró a su federación.

Lito recibirá el día 8 de julio un homenaje en Madrid que se convertirá en el reconocimiento del papel decisivo del sindicalismo para frenar el deterioro de la industria y situarla en el camino de la modernización. Por si todo eso fuera poco, Lito era además un tipo afable y cercano con el que era fácil conectar.
     

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