Las negociaciones entre Fira de Barcelona y las marcas de coches para organizar el Salón del Automóvil han sido este año a vida o muerte. La capital catalana se resiste a perder su centenario salón aunque está nominada para ser la siguiente ciudad en desaparecer del mapa de eventos de primer nivel en el sector de la automoción.
El director del Salón del Automóvil de Barcelona, Ricard Zapatero, y su presidente, Enrique Lacalle, contemplaban con admiración y envidia los estands en el pasado Salón de Ginebra, uno de los que reúne a un mayor número de marcas. Un puñado de ellas, entre las que se encuentran Citroën, Opel y Honda, ya han manifestado su negativa a ir a Barcelona y otro puñado, que incluye a Peugeot, busca un milagro de última hora que les permita acudir a la cita del sector.
Salón de Barcelona de 2011.FIRA BARCELONA |
La presencia de una veintena de marcas permitirá a Barcelona salvar los muebles de su salón del automóvil, a pesar de que la edición de este año quedará a mucha distancia de la anterior celebrada en 2011. Este salón será marcadamente de supervivencia puesto que se notará en el espacio global ocupado, con pabellones vacíos, y en las dimensiones de los estands, más reducidos de lo habitual con algunas excepciones como la de Hyundai.
A pesar del golpe propinado por la crisis, el consuelo de Fira de Barcelona es el mal sufrido por su competidor de Madrid el año anterior, cuando tuvo que conformarse con organizar una muestra con ocho marcas dedicada a los vehículos ecológicos. Barcelona intenta ahora que el pichazo de Madrid no se convierta en el espejo que le muestre también su futuro.
Madrid, muerta, y Barcelona no encaja
Los directivos de las marcas y de Fira de Barcelona dan ya por definitivamente enterrado el Salón de Madrid incluso en el supuesto de que las ventas de coches remonten con vistas al ejercicio próximo. La incógnita es saber qué pasará con el Salón de Barcelona en 2015 tras esta edición en retroceso. De momento la Organización Internacional de Constructores de Automóviles (OICA) ha renovado el reconocimiento de la muestra catalana dentro del circuito mundial de salones de primer nivel.
Ante el profundo bache que sufren las matriculaciones de vehículos en España, el Salón barcelonés se aferra este año a la implicación y al resurgir de la industria de la automoción gracias a la devaluación interna fruto de los acuerdos laborales a la baja. Lacalle, Zapatero y su equipo hacen bien en intentar coger ese salvavidas puesto que son conscientes de que las ventas tardarán años en recuperar los niveles récord anteriores a la crisis.
Pero tendrán que vencer las resistencias de los máximos directivos de los fabricantes, que conciben el Salón de Barcelona como uno de tipología comercial con una asistencia de público cifrada en un millón de visitantes pero que ahora ha perdido atractivo por el desplome del mercado. "Hay que replantear la naturaleza misma de los salones porque ya no tienen mucho sentido hoy en día si su objetivo es únicamente comercial", reconocía recientemente el máximo responsable de una marca de gran volumen en España.
El futuro que se dibuja en el sector es el de únicamente tres salones de primer nivel en cuanto a superficie y a estands: Fránkfurt, París y Ginebra. En ese escenario, Barcelona tendrá difícil encajar en el mapa a pesar de que tiene un volumen de produccion superior al de Francia.
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