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19/1/16

Renault, la primera víctima no intencionada del 'dieselgate'

Los directivos del grupo Volkswagen han tenido por fin una noticia con la que consolarse por el fraude que cometieron al trucar motores diésel. Las sospechas que se extendieron sobre el sector han golpeado a Renault, que en pocos días ha perdido alrededor del 15% de su valor en bolsa. Me puedo poner en su pellejo cuando vieron la noticia de los registros en varias oficinas de Renault en su cuartel general por parte de agentes del Gobierno de Manuel Valls. Da igual la marca, el hecho es que otro fabricantes automovilístico sufra las consecuencias de un exceso de gases detectado en las nuevas pruebas más exigentes. Y si además es una de las marcas que más aprovechan la debilidad de Volkswagen, mejor para el grupo alemán. Es algo así como la guerra fría.

El modelo eléctrico Zoe. FOTO: RENAULT


Sin embargo, no da igual porque la situación es muy diferente. Volkswagen engañó y mintió a los consumidores y a las autoridades de todo el planeta de forma deliberada al instalar una trampa expresamente prohibida por la ley para esquivar los controles de laboratorio. En el caso de Renault, el exceso de gases se debe más a un problema de eficiencia del motor de algún modelo y no una manipulación premeditada. Así lo ha dicho, aunque tarde y mal, la ministra de Ecología francesa, Ségolène Royal. 

El 'Renaultgate' es un anticipo de lo que le puede pasar a un gran número de marcas por no decir a todas porque es imposible que las pruebas hechas en condiciones de tráfico real den como resultado un nivel de emisiones igual al que se obtuvo en las pruebas de homologación. Cualquier técnico lo explica con claridad al advertir de que la desviación de resultados de las emisiones entre el banco de pruebas del laboratorio y las mediciones hechas en la carretera son mucho más altas en el caso de los motores de gasóleo por el comportamiento de ese carburante cuando se pisa el acelerador o en condiciones adversas.

Renault ha anunciado ahora que prepara un plan para reducir las emisiones de sus vehículos. Es positivo, aunque quizá un poco tardío. Renault y el resto de marcas no se pueden limitar a cruzar los dedos y esperar que las pruebas dinámicas que están haciendo todos los gobiernos europeos no llamen su atención. ¿No sería mejor anticiparse y admitir que sus coches emiten más de lo declarado y convertir el problema en una oportunidad de mejora?  

La marca francesa, en la que el Estado francés tiene casi el 20% del capital, intenta pasar página y alcanzar este año otro récord de ventas después de vender 2,8 millones de vehículos en 2015, un 3,3% más. Y acabar como líder en el mercado europeo de coches eléctricos. Es una buena tarjeta de presentación.

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