Francia ha abierto un nuevo camino esperanzador para el sector del automóvil. Su promesa de que iba a aplicar una política que, además de reducir el gasto, velaría por el crecimiento económico se ha cumplido con el sector de la automoción. El Gobierno francés ha puesto en marcha ayudas a la compra de coches que iran de los 400 euros para los vehículos de gasolina o diésel a los 7.000 euros para los eléctricos.
Hollande prueba un modelo de Renault. FOTO: Elysee |
El nuevo Plan Auto supone incrementar las cuantías existentes en el sistema bonus-malus actual. Los eléctricos recibirán 7.000 euros en lugar de 5.000; los híbridos, 4.000 en vez de 2.000; y los coches convencionales, entre 100 euros para los que emiten de 91 a 105 gramos de CO2 por kilómetro y 400 para los que no llegan a 90 gramos.
Las marcas francesas se encuentran asfixiadas por la caída de las ventas en el propio país y en Europa. Pero además, están perdiendo cuota de mercado en su propia casa a marchas forzadas. En el 2011, Peugeot-Citroën y Renault controlaban el 53% de las matriculaciones en Francia. Un año más tarde, ya han perdido la mayoría del pastel, con un 49,4% en el periodo de enero a junio de 2012.
Su principal rival son los fabricantes coreanos, a los que el ministro de Reestructuración Productiva, Arnaud Montebourg, ha acusado de llevar a cabo "actos de competencia desleal" con el amparo del tratado de libre comercio firmado con la Unión Europea. En lo que llevamos de año, Hyundai ha crecido en Francia un 35% y Kia, un 23%, lo que contrasta con las caídas de las marcas francesas que rondan el 20%.
El plan francés era largamente esperado por las marcas del país vecino y por el sector español, que confía en el efecto arrastre en otros gobiernos europeos incluido el de Mariano Rajoy.
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