Hace unos días, el presidente de un fabricante automovilístico lamentaba la hipocresía de la mayoría de los dirigentes políticos. "La industria española podría ir todavía mejor si los políticos cambiaran el coche importado por otro de fabricación local". La campaña de las elecciones municipales no ha mejorado un viejo problema porque los aspirantes a alcalde parece que seguirán sufriendo la auditis aguda que hemos denunciado en este blog.
Aunque se bajen del coche oficial una esquina antes para aparentar que van andando a dar el mitin político, a muchos de los candidatos les sigue esperando el Audi, preferentemente A6 y A8. Por ejemplo, el alcalde de Barcelona y candidato de CiU, Xavier Trias, sigue viajando en un Audi A8 aunque, eso sí, sus escoltas le siguen con varios Seat León. En Madrid, Esperanza Aguirre quiere dejar su Toyota Verso, con el que atropelló a un agente de la Policía Local, para volver a subirse en el coche oficial del Ayuntamiento, que Ana Botella cambió del Audi A8 a un Seat Altea de gas natural.
El directivo de la marca mencionado anteriormente se mostraba optimista sobre la posibilidad de que los dirigentes políticos españoles aumenten su apego por los coches fabricados cerca de sus despachos. "En otros países es algo natural y está mal visto si cambian a un coche importado. En España hay varios ejemplos positivos como el presidente de Galicia, que siempre va en un Citroën como muestra de apoyo a la fábrica de Vigo".
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