El presidente del BCE, Mario Draghi. Foto: BCE |
El país con una evolución más preocupante es Francia, cuyas ventas de automóviles descendieron un 4,3% en julio y un 2,6% en agosto, que dejan el resultado acumulado en los ocho primeros meses del año en una mejora exigua del 1,6%. Alemania registró un aumento de las ventas hasta julio, pero en agosto entró en el terreno negativo con un retroceso del 0,4%. En Italia, el descenso fue del 0,2%, según la estadística de la patronal europea ACEA.
La mejora de las ventas de España (13,7%) y el Reino Unido (9,4%), junto con los resultados positivos en otros mercados de menor tamaño, suavizan el impacto negativo de los tres países anteriores y dejan el dato de las matriculaciones en la UE en agosto en un 2,1% y en el periodo acumulado en un 6%.
Esta es una señal clara de alarma que movió a Draghi a reducir el precio del dinero en un nivel simbólico del 0,05% tan solo tres meses después de haber reducido el tipo al 0,15%. La revisión en septiembre demuestra que la primera decisión se quedó corta y ha quedado en nada al haber sido superada por el temor a una nueva recaída en las principales economías europeas.
El problema es la banca
Pero, ¿qué efecto tendrán las medidas del BCE? Por sí solas será difícil que permitan remontar las ventas de automóviles y, en general, el consumo. Quedan otros graves problemas por resolver como la reapertura del grifo del crédito que aparentemente es incompatible con la mayor exigencia de solvencia a las entidades financieras y los riesgos subyacentes de inestabilidad en la banca de España y de otros países europeos.Pero el escaso crédito disponible es muy caro, desorbitada y escandalosamente caro. En un anterior post hacíamos un repaso a la oferta en el mercado: el resultado es un tipo medio del 11,91% para los préstamos destinados a la adquisición de vehículos frente a un precio oficial del dinero del BCE del 0,15% en ese momento. es decir, que la banca cargaba un oneroso diferencial del 11,8%
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