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23/11/12

Diagnóstico: los políticos sufren 'auditis' aguda

Los políticos españoles se hacen pero nacen con una dolencia muy extendida. Casi todos sufren auditis aguda, un cuadro clínico que tiene como principal síntoma una veneración por el coche oficial de la marca Audi para marcar estatus despreciando los modelos que se fabrican a pocos kilómetros de sus despachos.

Es una vieja 'enfermedad' de la clase política española, incluida también la de Catalunya. En este aspecto no existe diferenciación entre Artur Mas y Mariano Rajoy. Ambos sufren la misma 'auditis'. En la campaña electoral de los comicios del #25N en Catalunya ha aparecido tímidamente la necesidad de apoyar a la industria como elemento esencial para salir de la crisis. 

Mas en un Seat Ibiza en un acto institucional. SEAT
Los programas son algo más explícitos, como el de CiU: "Apostaremos por la potenciación de los sectores industriales con más valor añadido para que sean claves para el futuro de Catalunya tanto para crear empleo de calidad como para mejorar la productividad. Impulsaremos el sector industrial en general, el agroalimentario, el del automóvil...".

Este planteamiento y otros similares del resto de partidos se cumple con medidas políticas y dando ejemplo. Y ya está bien de excusas al uso para justificar la auditis como que los modelos locales no se ajustan a sus necesidades como dirigentes políticos, o que no reúnen los requisitos de seguridad o bien que las berlinas de cuatro aros forman parte del grupo Volkswagen con fábricas en España. 

Es necesaria una actitud más proactiva y ejemplarizante, olvidando su interés por comportarse como políticos alemanes, si de verdad nos queremos creer y defender nuestra industria. De los candidatos a las elecciones catalanas, es casi seguro que ninguno tenga en su garaje un Seat o un Nissan, las dos marcas con fábricas en la comunidad. Al igual que una buena parte de la población, es cierto. 

Seat y Nissan para el 'president'

Harían bien en imitar a los políticos alemanes, franceses e italianos en su actitud en defensa de su industria automovilística. Sus coches oficiales siempre son de sus marcas y con frecuencia siguen un pacto de caballeros de alternar sus últimos modelos. Lo hacen porque creen en su industria y porque socialmente estaría muy mal visto que su coche oficial fuera extranjero.

El prestigio y la amplia cuota de mercado de Audi en España seguro que no se resentirá si nuestros políticos cambian sus A8, A6 y A4 por coches con menos caché pero producidos por los trabajadores a los que en teoría defienden. En Catalunya, por ejemplo, el futuro presidente de la Generalitat daría un mensaje claro si su flota de coches oficiales estuviera formada por Seat Exeo o Alhambra y Nissan Pathfinder. ¿Por qué no?

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