Día 8 de octubre de 2015. El ministro de Industria, José Manuel Soria, viaja a Wolfsburg para entrevistarse con el nuevo presidente de Volkswagen, Matthias Müller. Soria, que en pocos meses ha pasado de los papeles de Panamá a convertirse en un subsidiado del Gobierno y ahora a ser enchufado en el balneario del Banco Mundial, explica después que Müller le ha asegurado en la entrevista que mantiene las inversiones del grupo en España. Pero esa entrevista no fue tal como explicó.
El dieselgate marcó la última etapa de Soria al frente del Ministerio de Industria, hasta que tuvo que dimitir por las cuentas familiares en Panamá y se haya convertido en un exministro beneficiario del subsidio (¡vaya subsidio!,4.644 euros mensuales) que podrá cobrar durante dos años como exservidor del Gobierno.
La presión que estaba recibiendo Soria por su actitud a remolque de otros países en la reacción al escándalo de los motores le llevó probablemente a escenificar la habitual visita de los dirigentes políticos (Jordi Pujol lo hizo varias veces) al cuartel general de Volkswagen y a explicarla con autobombo.
Pero la visita de Soria no fue como él esperaba. A su llegada a Wolfsburg, fue saludado por Müller en un fugaz encuentro de cortesía que dio paso a la entrevista de Soria con Francisco Javier García-Sanz, vicepresidente de compras del grupo y comisionado de la compañía para gestionar la crisis generada por el engaño en los motores diésel.
Pocos meses antes, Soria puso la alfombra roja al anterior presidente de Volkswagen, Martin Winterkorn, en un homenaje en Esade de Barcelona, en vísperas del estallido del escándalo y de que el consejo de administración lo destituyera.
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