Matizo: los atascos de tráfico registrados en el Día Europeo Sin Coches han sido los habituales para una jornada situada en la segunda quincena del mes, en la que la circulación de vehículos privados sufre un descenso paulatino debido a la imposibilidad de muchos conductores de pagar la gasolina durante todo el mes.
Las dificultades económicas provocadas por la recesión han obligado a cientos de miles de ciudadanos a plantearse una reflexión permanente sobre los medios de transporte similar a la que promueve la Semana Europea de la Movilidad que concluye con el día sin coches. La crisis ha conseguido que muchos automovilistas se pasen al transporte público todos los días o algunas jornadas del mes, cuando se agota la gasolina del depósito y la cuenta corriente ya no da más de sí.
España es el segundo país con más ciudades adheridas a la campaña europea, con 468 municipios, sólo por detrás de Austria. Después de intentar en años anteriores promover el día sin coches, la mayoría de ayuntamientos han optado por organizar actividades educativas y, como mucho, cerrar al tráfico algunas zonas especialmente durante la jornada festiva del domingo.
Los resultados muestran que la Semana Europea de la Movilidad y el Día Europeo Sin Coches son iniciativas que, a pesar de estar bien enfocadas, padecen importantes limitaciones que hacen que pasen inadvertidas entre la población en general. Se echa de menos la participación activa de las marcas de automóviles, las petroleras y las compañías eléctricas en una jornada que intenta racionalizar el uso del vehículo privado y reducir el impacto de las congestiones de tráfico, que causan una pérdida económica de 100.000 millones cada año en Europa. Por este motivo y por la elevada polución en las ciudades es inevitable que las ciudades vayan tomando medidas para restringir y reorganizar el tráfico en las cascos urbanos, por lo que los fabricantes deben tomar la iniciativa porque también redundará en su beneficio.
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