¿De dónde es un coche? ¿Tiene nacionalidad o es un fruto del mestizaje propio de la globalización? Es probable que la mayoría de los consumidores no se hagan estas preguntas cuando adquieren un vehículo, aunque algunas marcas incitan a la reflexión. El último ejemplo se puede ver estos días gracias a un espot para toda Europa en el que la extop model Claudia Schiffer dice con convicción que el Opel Meriva "es alemán".
Seguro que los 7.000 trabajadores que ensamblan el modelo en la fábrica de General Motors en Figueruelas y sus familiares han visto con sorpresa ese anuncio. "Pero si el Meriva es maño!", debió ser su respuesta.
Seguro que los 7.000 trabajadores que ensamblan el modelo en la fábrica de General Motors en Figueruelas y sus familiares han visto con sorpresa ese anuncio. "Pero si el Meriva es maño!", debió ser su respuesta.
El pasado enero, el director general de GM España, Antonio Cobo, posaba orgulloso junto a la primera unidad del nuevo Meriva producida en Figueruelas, que tiene la exclusiva de fabricación de este monovolumen pequeño. En las líneas de producción convive con el Corsa y lo hará también con el Mokka. La germanización de un modelo "made in Spain" contrasta con la estrategia de otra marca competidora, Renault, que ensalza que algunos de sus modeos están fabricados en España.
Son dos estrategias completamente diferentes. Es verdad que el Opel Meriva fue diseñado en Alemania, y eso permitiría decir que es un modelo alemán, o como mínimo, diseñado en Alemania. Pero la realidad es que su producción, con componentes procedentes de Alemania, España y otros países europeos y de otros continentes, tiene lugar en Aragón, por lo que se podría decir que el coche es español o, como mínimo, "made in Spain". El razonamiento es similar para el Mégane de Renault, un modelo diseñado en Francia pero ensamblado en Palencia.
En ambos casos, las marcas han optado por estrategias de marketing diferentes. Opel intenta prestigiar su modelo dándole una impronta germánica asociándolo a una modelo identificada como alemana y pasando por alto que los operarios que lo fabricaron sin españoles, todo ello con capital de la estadounidense General Motors. En el caso de Renault, la marca vende en España producto español y pasa de puntillas por el origen francés del diseño.
En objetivo en ambos casos es potenciar las ventas, igual que otras marcas que prescinden de la nacionalidad como elemento de marketing, como Seat , que aunque en sus comunicaciones a la prensa presume de que es la única que diseña y produce sus coches en España, en su estrategia comercial decidió hace un tiempo disimular su origen español al cambiar su eslogan de Auto Emoción por un indeterminado y sofisticado Enjoyneering.
En otros sectores, algunas marcas como Balay, propiedad de una alianza de las alemanas Bosch y Siemens, apelan claramente al consumo patriotico en tiempos de crisis al basar sus anuncios en su plantilla en la planta de Zaragoza y en su responsabilidad social.
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