El último dato del paro ha confirmado la debilidad del mercado de trabajo en España. El habitual repunte del empleo propio de la temporada de verano se ha quedado este año en poco más que una brisa: unos 135.000 parados menos de abril a junio frente a 211.000 en los mismos meses del 2011. Lo vistan como lo vistan, el empleo sigue agarrotado conn el riesgo nuevamente de volver a caer tras el verano.
Después de cuatro años de una crisis devastadora que ha arrasado tres millones de puestos de trabajo, es hora de poner freno. Para eso, no basta con lanzar mensajes de complicidad con la necesidad de llevar a cabo medidas que estimulen el crecimiento económico. Hay que actuar.
Mientras tanto, el Gobierno central sigue sin rechistar el camino de ajustes marcado desde fuera. En un cajón tiene un plan Renove negociado con el sector automovilístico con una subvención que podría rondar los 1.800 euros o los 2.000 repartido entre las marcas y la Administración. Los fabricantes estiman que con un presupuesto de 200 millones se podrían vender unos 240.000 coches más.
Además de reactivar las ventas, el objetivo más importante es insuflar confianza. El consejero delegado de una marca de coches que quedarían fuera de las ayudas por su elevado precio y emisiones altas se mostraba hace poco com un forofo del nuevo Renove: "Aunque a nosotros no nos benefiaría directamente, sí nos aportaría clientes que ahora están indecisos o retraídos por el efecto contagio del miedo al futuro de la economía". Es el momento de los valientes que toman decisiones atrevidas para reactivar el consumo aletargado de los que sí pueden consumir.
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