La característica silueta robusta y angulosa del Seat Toledo de principios de los años 90 se ha convertido en un superventas en China. Visto de perfil, cualquiera diría que se trata de un auténtico Toledo hecho en la antigua fábrica de la Zona Franca de Barcelona. Pero visto de frente o por detrás hay algo que no encaja. La S de Seat en la parrilla ha cambiado por un óvalo atravesado por un triángulo. Seat se ha transformado en Chery, uno de los fabricantes chinos de automóviles más potentes del país asiático. El mismo que flirteó con la Generalitat y un destacado consultor catalán con el supuesto fin de instalar una fábrica de coches en la comunidad. El primer contacto de Chery con Catalunya y Seat se produjo a finales de los 90, cuando compró la vieja cadena de montaje del Toledo que le revendió a un intermediario mexicano. A partir de ahí, Chery hizo lo mismo que hace cuaquier marca de un país occidental: alargar la vida útil de un modelo viejo en los mercados emergentes gracias a clientes que buscan coches fiables aunque tengan estética desfasada.
2/7/12
Duelo en China: el 'cañoncito' de Seat frente al Chery Toledo
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