Los países en crecimiento no esperan y no tienen miramientos con sus competidores maduros. Esa máxima es una verdad inmutable en el sector del automóvil, como se acaba de ver con el nuevo ranking de fabricantes de vehículos. Rusia, la gran promesa europea, acabará el 2012 por delante de España como productor de automóviles.
La Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) acaba de hacer públicas las cifras de producción hasta noviembre, 1,860 millones, y la previsión de cierre del 2012, un año para el que se espera un volumen de fabricación de alrededor de dos millones, lo que significa un desplome de casi el 18% en relación con los 2.360.000 vehículos del 2011 y un nivel que se no veía desde hace más de 15 años.
Fábrica de AutoVaz en Rusia. RENAULT |
Coincidiendo con la debilidad de España, Rusia mantiene su velocidad de crucero gracias a su potente mercado y al imán de su industria automovilística para las marcas extranjeras, que siguen ampliando su presencia en el país emergente. En el periodo de enero a octubre, ya se habían ensamblado 1,8 millones de vehículos y la previsión de la consultora ASM es que el 2012 finalice con 2,2 millones, un 10% más que en el 2011.
España acabará este año como segundo fabricante europeo por detrás de Alemania y por delante de Francia pero con el Reino Unido aproximándose a toda velocidad a Francia y a España. Las filiales españolas de las multinacionales tienen un plan para volver a pisar el acelerador y recuperar el récord de tres millones de vehículos. Para 2013, Anfac prevé llegar a 2,2 millones de unidades y defiende seguir insistiendo en las negociaciones en las fábricas que "han permitido traer más inversiones".
Más devaluación interna ignorando los límites de ese camino seguido, que apenas supone un 10% del coste de un coche, en Seat, PSA, Ford, GM, Renault y ahora también en la planta de Nissan en Barcelona. El mejor camino que podrían seguir las marcas si de verdad se creen la competitividad de las plantas españolas es asignarles modelos de alto valor añadido que hasta hace poco tiempo eran rehenes de los países de origen de las multinacionales. Esos sí son los deberes de todos de los que habla Anfac para aprovechar la capacidad productiva instalada en España y que durante los años iniciales de la crisis se ha sustentado gracias a la flexibilidad de los trabajadores y a la contribución de las arcas públicas mediante los reiterados expedientes de regulación de empleo (ERE) temporales aplicados.
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