Ninguno de los escándalos o de las llamadas a revisión del sector del automóvil han tenido la velocidad del Dieselgate o del Volkswagengate. Quizá por eso la reacción del grupo alemán ha sido tan torpe, a pesar de las enseñanzas de otras marcas afectadas por problemas masivos con sus coches como Toyota y General Motors. Sin embargo, Volkswagen tiene suerte ya que los consumidores no han dejado de comprar sus coches, tal como les pasó a Toyota y General Motors con sus fallos de seguridad.
Volkswagen sigue siendo la marca más vendida en España, con crecimientos en septiembre del 28% al 43% de sus marcas VW, Seat, Audi y Skoda. En Estados Unidos, el país en el que pillaron las trampas de Volkswagen, la marca alemana aumentó sus ventas un 0,6% y Audi, un 16% a pesar de que tiene prohibido vender modelos diésel hasta que solucione el problema de emisiones de óxidos de nitrógeno.
Teniendo en cuenta que el escándalo estalló el día 18 de septiembre, no está nada mal aunque es cierto que el grupo se ha beneficiado de la inercia de las matriculaciones apalabradas o en marcha. El mes clave para analizar el impacto del trucaje de los motores será octubre. Si los consumidores siguen las pautas de otros escándalos, Volkswagen recibirá un efecto mínimo en sus ventas. En el precedente de la llamada a revisión de 4,5 millones de vehículos de Toyota en 2009 por una aceleración descontrolada de sus coches que causó víctimas mortales, los estudios cuantifican el efecto en las ventas de la marca japonesa en un descenso del 2%.
Sensibilidad por el medio ambiente
La comparación de los problemas de Volkswagen con los de Toyota y General Motors no es 100% homogénea puesto que la marca alemana no sufre fallos en la seguridad, sino en las emisiones de gases. ¿Tendrán la misma sensibilidad los consumidores por las dudas sobre lo que contamina su coche que por su seguridad?
Volkswagen reaccionó tarde y mal a un seísmo que generó un tsunami de alcance mundial. Durante más de un año de investigación de la agencia de medio ambiente de California, Volkswagen intentó marear a los inspectores hasta que en septiembre pasado tuvo que admitir que hizo trampa. A partir de ahí, tiró pelotas fuera en las primeras informaciones de la prensa norteamericana, dos días más tarde el presidente Martin Winterkorn asumió el trucaje en un vídeo y pidió disculpas. Fue un intento en vano de parar la ola gigante. Los comunicados insistiendo en las disculpas, la cuantificación del fraude en 11 millones de coches sin más detalles y un nuevo vídeo a la desesperada de Winterkorn tampoco sirvieron de nada. La información del grupo y sus marcas ha fluido con cuentagotas y a menudo por canales opacos en un asunto que requiere levantar todas las alfombras y dar la cara directamente y no en el formato de la tele de plasma o de Youtube. Y mientras todavía es posible ver en anuncios en vallas en los que Volkswagen presume de sus motores ecológicos. Tendrá que cambiar su lema Think Blue por Think Blue for Real.
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